El tema de la política siempre ha sido de interés general, pero a últimas fechas ha adquirido proporciones realmente dantescas. Las redes sociales están repletas de manifestaciones en contra de los políticos en general y afirmaciones extremas sobre los mismos, el odio contra la corrupción que afecta a la población es más que aceptable, de hecho, se hace necesario.
Las publicaciones en Facebook solicitando un juicio político contra el presidente y contra los deliberados actos de corrupción de sus más cercanos colaboradores ganan miles y miles de seguidores todos los días, cada uno más airado que el anterior. Las personas que votaron por el otro candidato se sienten orgullosas de gritar a los cuatro vientos que ellos no colaboraron con el caos putrefacto de corrupción que vivimos en la actualidad: ¿y esto es realmente cierto?
Cuando nos preguntamos por qué es prácticamente imposible encontrar un candidato con un currículo limpio bien posicionado en México, difícilmente obtendremos una respuesta. El problema en general está en la población. Así de simple, somos nosotros mismos, que así como tememos a lo desconocido terminamos colaborando directamente con la corrupción en general.
¿Recuerdas aquel billete que, incluso viendo al muchacho tirarlo accidentalmente, te metiste a la bolsa a toda prisa antes de que él pudiera darse cuenta de que se le cayó? O qué me dices de aquel dinero que, al recibir el cambio, el cajero del supermercado te dio de más y tú guardaste silencio pues te sentías una persona satisfecha y con suerte. Aquel artículo que compraste a un precio de ganga incluso desconfiando de que fuera robado, y aquel crédito que pretendes que “caduque” para no pagar nunca. Y qué me dices de aquel día en el que fingiste estar dormido en el asiento reservado del autobús para no cederlo a la mujer embrazada o al anciano que se subió. ¿Te has colado alguna vez a una fila o a un sitio sin pagar, pues tienes un montón de disculpas y pretextos para justificar tu acción? Entonces, me imagino que también sabes que los políticos corruptos inventan una montaña de disculpa para justificar sus actos ¿verdad? Eres tan corrupto y egoísta como esos odiosos políticos que acusas con tanto fervor.
Vas por allí, vociferando contra todo y sintiéndote víctima de la corrupción que tú mismo alimentas, pero siempre intentando sacar provecho de todo. La diferencia entre tú y nuestros políticos es que tú no tienes poder, o lo tienes, pero en menor medida. Si aprovechas todas las oportunidades, incluso aquellas incorrectas, para salir bien de las situaciones, comienza a pensar en tus actitudes antes de salir acusando a todo el mundo. Vamos a mejorar nuestro propio carácter para garantizar mejores personas en el poder hacía el futuro, ¿qué tal si comenzamos por nosotros mismos?
Gracias.
Un texto de Jannine Dias
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