Los antivirus están en crisis. Hay quien los da por muertos. Yo creo que pueden sobrevivir, pero antes tienen que cambiar.
Brian Dye, vicepresidente de Symantec, ha sido muy claro: los antivirus se han vuelto obsoletos y están condenados a la extinción. Según sus cálculos, solo capturan un 45% de los peligros actuales. Y uno de los creadores de Norton, Ted Schlein, ha tildado a los antivirus como “necesarios pero insuficientes”.
¿Cuál es la moraleja en todo este asunto? Podemos deducirla a partir de cuatro hechos que definen el estado de la seguridad informática en el hogar. Vistos en conjunto, te ayudarán a comprender qué está pasando con los antivirus y hacia dónde hay que mirar para proteger tus datos en el futuro.
Los antivirus son incapaces de detectar peligros actuales.
Primer hecho: los antivirus ya no sirven porque el problema que resuelven ya no está ahí. Según un estudio de FireEye, el 82% del malware desaparece por completo al cabo de una hora. El 70% solo existe una vez. Los enormes archivos de firmas de los antivirus son cementerios de malware que jamás te afectará.
A las dos horas, la mayoría de virus han desaparecido del mapa.
Los creadores de antivirus lo saben. Es por ello que en los últimos años hemos asistido a una evolución hacia un estilo de detección más inteligente, la heurística, que detecta posibles virus a partir de comportamientos extraños. ¿Sus desventajas? Que consume recursos y que es difícil de interpretar (y los antivirus no son buenos explicando).
Para frenar su declive, los antivirus han engordado.
Segundo hecho: los antivirus se han convertido en suites monstruosas y lentas. A lo largo de los años han ido añadiendo a sus ventanas una plétora de funciones de seguridad adicionales, como copias de seguridad o destructores de archivos. Son herramientas útiles, pero no tienen nada que ver con la protección anti-malware. Son una distracción.
Antivirus portátiles y ligeros, como Avira PC Cleaner, recuperan el espíritu del pasado.
Esta táctica, la de engordar aplicaciones, le ha servido a los autores de antivirus para ganar tiempo ante un final inevitable. Pero incluso con un montón de herramientas extra, los antivirus no convencen a los usuarios, que se han dado cuenta de lo poco útiles que se han vuelto los antivirus ante las crisis de seguridad actuales.
Los ataques se han vuelto más sofisticados.
Tercer hecho: ahora ya no guardas tus datos bajo el colchón de tu ordenador, sino en uno de los muchos bancos en la nube, como Google o Dropbox. Los criminales solo pueden dañarte de dos maneras: “atracando” los bancos de datos o engañándote para que les des la clave de acceso a tus ahorros digitales, tus datos.
La integración antivirus-navegador es una estrategia inteligente que está aplicando Avast.
La mayoría de ataques suceden al navegar. El malware se hace pasar por páginas web legítimas o se incrusta en ellas de forma sigilosa. A veces aprovecha vulnerabilidades espectaculares. Es muy poco lo que tú puedes hacer con tu antivirus, pero es mucho lo que pueden hacer tus webs favoritas, como reforzar sus servidores y controlar las intrusiones.
La mayor competencia de los antivirus son los navegadores.
Cuarto hecho: el navegador te protege más que un antivirus. Ahí está por ejemplo Chrome, que inició un experimento de ocultación de direcciones. Al ocultar la dirección, Chrome le quita a los criminales un cebo muy empleado con la finalidad de robar datos (phishing). Sin en ese cebo, es más difícil que caigas en la trampa.
La versión experimental de Chrome, Canary, oculta la dirección casi por completo.
La nube -Google, Facebook, Yahoo!- filtra por nosotros virus y spam, y protege nuestros datos. En el PC, el riesgo que queda es más sutil, y contra él solo vale un arma: el sentido común. Un antivirus, como un policía, te protege contra agresiones obvias, pero no evitará que te engañen por el simple hecho de que no puede estar en tu cabeza.
Para sobrevivir, el antivirus debe ser a la vez maestro y guardián.
Los antivirus son necesarios pero insuficientes. Cumplen su papel de guardianes con diligencia, pero no te pueden proteger de tus propias decisiones. La única manera en que pueden ser realmente útiles es añadiendo un componente educativo. Los antivirus, en resumen, deben volverse maestros a la vez que guardias.
AVG Zen apunta al futuro: usa un lenguaje sencillo y te ayuda a controlar tus dispositivos.
El futuro de los antivirus pasa por aprender a comunicar contigo y por convertirte en participante activo de la seguridad. Pasa por prestar más atención a todos los dispositivos en los que te mueves y a tus hábitos. El antivirus debe aprender de ti y luego enseñarte a protegerte.
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