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La nube que detuvo el tiempo

Publicado por Unknown el sábado, 10 de enero de 2015 | 6:31 p.m.

Todo mundo conoce algunas historias que cuentan cómo algunas personas, en determinado momento de sus vidas, tuvieron una especie de anomalía temporal o en algunos relatos más elaborados, un episodio espacio-temporal.

En ocasiones se trata de saltos en el tiempo, otras veces de pausas en las que el tiempo pareciera no haber avanzado. En mucho de los casos, estas experiencias van precedidas por extraños fenómenos meteorológicos en los que los protagonistas se ven involucrados.

Esta historia tuvo lugar el día 31 de enero del año 1978, en los cielos grises y nublados de Euskadi. El vuelo 502 de aerolíneas Aviaco, con un modelo Caravelle 10-R, bajo el mando del piloto Carlos García Bermúdez, surcaba los cielos para cubrir el trayecto entre Valencia (España) y Bilbao. Cuando se aproximaba al aeropuerto de Bilbao en la localidad de Sondika, un espeso y opaco cúmulo de nubes se situaba a un kilómetro de altura.

Desde torre de control se le notificó al personal a bordo del 502 que debían modificar su plan original de vuelo y dirigirse al aeropuerto de Santander, situado a unos 100 kilómetros de distancia y con mejores condiciones meteorológicas para el aterrizaje. García modificó la trayectoria de la aeronave y subió hasta los 10 km para dirigirse a Santander donde, si todo iba según lo planeado, tocarían tierra en un tiempo estimado de 15 minutos. Sin embargo, en aquel preciso momento, algo inexplicable apareció frente a ellos.

La tripulación a bordo fue testigo de cómo una nube gigantesca se formaba a partir de la nada, era lenticular, enorme y tan resplandeciente que los hombres en la cabina tuvieron que ponerse sus gafas de sol para poder ver con normalidad.


Se adentraron a la nube a aproximadamente 35 kilómetros del aeropuerto de Bilbao y en cuestión de nada, todo el instrumental electrónico parecía estar fallando. Perdieron la comunicación con tierra y los esfuerzos tanto del copiloto como del operador de radio para restablecer el canal de comunicación con las torres de control en Bilbao o en Santander fueron inútiles. El panel de dirección en el avión comenzó a alertar que estaban volando en dirección opuesta, es decir, que iban en una trayectoria contraria a la que realmente estaban. Las brújulas del avión dejaron de funcionar al mismo tiempo que el horizonte artificial del avión mostraba que la aeronave se desplazaba al revés.

Durante siete minutos, el episodio fue totalmente angustiante para García que, con sus más de 11,500 horas de vuelo en aviones comerciales, jamás había tenido que enfrentarse a algo similar.

Al pasar la nube todo retornó a la completa normalidad, todos los indicadores mostraban parámetros normales, con el excepción del registro de millas recorridas que sorprendentemente registraba la misma distancia recorrida al momento en que entraban en la nube, como si durante aquellos siete minutos el avión no hubiera recorrido ninguna distancia.


El Caravelle marcado con el vuelo 502 aterrizó algunos minutos después sin problema alguno en la pista del aeropuerto de Santander, y una vez en tierra la tripulación informó lo sucedido. Ya en destino descubrieron que desde la modificación original del plan de vuelo en Bilbao y hasta que aterrizaron en Santander, habían transcurrido 32 minutos, 17 minutos más de lo que estaba programado. Nunca pudieron encontrar una explicación lógica a esos minutos perdidos.

Quizá aquella nube era una especie de portal espacio-temporal que engulló a la aeronave retrasando el tiempo de algún modo inexplicable. El caso fue sometido a análisis, tomando en cuenta que quizá el avión estuvo en algún tipo de campo de electricidad estática, pero todas las explicaciones fueron agotadas. Este hecho pasó a la historia como una de las rarezas más increíble que los pilotos españoles han tenido que enfrentar en su historia.




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